jueves, 27 de noviembre de 2014

Banalités Apollinaire/Poulenc


Algunas  veces la oscuridad más tenebrosa da a luz la claridad, de la sangre derramada surge la rosa más exquisita  y en el abismo de la destrucción se alza el árbol renovado del  universo.
    Es así como el horror de dos grande guerras enlazó a un par de hombres magnos en inspiración y los volcó en la confección de un arte capaz de capturar la belleza sollozante que suspiraba la cotidianeidad, dando vida a la poesía y la música que conforman “Banalités”, o  banalidades.
    El corazón roto es semillero de poesía y la hortaliza más fina fue cultivada por Apollinaire, quien cambiaría el rumbo de ésta a principios del siglo XX.  Amante de París, la ciudad natal de Poulenc, fue defensor del cubismo y el primero en utilizar la palabra surrealismo  para definir la corriente artística que apenas nacía en aquél momento. Podemos leer una de las primeras aplicaciones del término en el prefacio de su nombrado drama surrealista de 1917 “Las tetas de Tiresias”:

Cuando el hombre quiso imitar la acción de andar, creó la rueda, que no se parece a una pierna. Del mismo modo ha creado, inconscientemente, el surrealismo... Después de todo, el escenario no se parece a la vida que representa más que una rueda a una pierna.

Apollinaire falleció debido a heridas sufridas durante la primera guerra mundial, sin embargo, Francis Poulenc llegó a conocerle en un par de ocasiones y recordó hasta el fin de sus días, la cadencia del  discurso de aquel formidable poeta.
    El primer ciclo de canciones compuesto por Poulenc tomó poesía de Apollinaire, pero Banalités fue creado hasta 1940, en uno de los momentos más crudos de la Segunda Guerra Mundial:  El 14 de junio de ese año, las tropas alemanas entraron triunfalmente a París sin encontrar resistencia. A lo largo de toda Francia los prisioneros franceses sumaban cientos de miles. Fué en la devastación de su ciudad natal que regresaron a su mente los poemas Viaje a París, Sollozos, Hotel, Canción de Orkenise y Pantanos de Valonia, que con versos como:

La vida se tuerce

En árboles fuertes,
Nudosos.
La vida muerde
A la muerte
Con fuertes dientes
Cuando gime el viento.”


 Le inspiraron a componer la música de Banalités.
    No hay nada que parezca más banal que hacer arte durante una crisis y sin embargo, no existe ninguna otra cosa que pueda marcarla, sobrevivirla y crear permanencia.
    Algunas veces del dolor nace la belleza y este ciclo cobró vida describiendo de forma delicada el corazón agrietado de un País, de una humanidad malherida y resquebrajada por la guerra,  tal como el que late hoy dolorido en nuestro precioso México.


   

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