Algunas veces la
oscuridad más tenebrosa da a luz la claridad, de la sangre derramada surge la
rosa más exquisita y en el abismo de la
destrucción se alza el árbol renovado del universo.
Es así como el horror de dos grande guerras enlazó a un par
de hombres magnos en inspiración y los volcó en la confección de un arte capaz
de capturar la belleza sollozante que suspiraba la cotidianeidad, dando vida a
la poesía y la música que conforman “Banalités”, o banalidades.
El corazón roto es semillero de poesía y la hortaliza más
fina fue cultivada por Apollinaire, quien cambiaría el rumbo de ésta a
principios del siglo XX. Amante de
París, la ciudad natal de Poulenc, fue defensor del cubismo y el primero en utilizar
la palabra surrealismo para definir
la corriente artística que apenas nacía en aquél momento. Podemos leer una de las
primeras aplicaciones del término en el prefacio de su nombrado drama surrealista de 1917 “Las tetas de
Tiresias”:
Cuando el
hombre quiso imitar la acción de andar, creó la rueda, que no se parece a una
pierna. Del mismo modo ha creado, inconscientemente, el surrealismo...
Después de todo, el escenario no se parece a la vida que representa más que una
rueda a una pierna.
Apollinaire
falleció debido a heridas sufridas durante la primera guerra mundial, sin
embargo, Francis Poulenc llegó a conocerle en un par de ocasiones y recordó hasta
el fin de sus días, la cadencia del discurso de aquel formidable poeta.
El primer ciclo
de canciones compuesto por Poulenc tomó poesía de Apollinaire, pero Banalités
fue creado hasta 1940, en uno de los momentos más crudos de la Segunda Guerra Mundial: El 14 de junio de ese año, las tropas
alemanas entraron triunfalmente a París sin encontrar resistencia. A lo largo de toda Francia
los prisioneros franceses sumaban cientos de miles. Fué en la devastación de su
ciudad natal que regresaron a
su mente los poemas Viaje a París, Sollozos, Hotel, Canción de Orkenise y
Pantanos de Valonia, que con versos como:
“ La vida
se tuerce
En árboles fuertes,
Nudosos.
La vida muerde
A la muerte
Con fuertes dientes
Cuando gime el viento.”
Le inspiraron a componer la
música de Banalités.
No hay nada que
parezca más banal que hacer arte durante una crisis y sin embargo, no existe
ninguna otra cosa que pueda marcarla, sobrevivirla y crear permanencia.
Algunas veces del
dolor nace la belleza y este ciclo cobró vida describiendo de forma delicada el
corazón agrietado de un País, de una humanidad malherida y resquebrajada por la
guerra, tal como el que late hoy
dolorido en nuestro precioso México.
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