martes, 12 de diciembre de 2023

Los tres días de oscuridad antes del fin del mundo

 3:33


Mariana querida, donde quiera que estés, es "The Witching hour", nuestra hora. Te amo siempre, pase lo que pase siempre serás mi hermana mayor, mi hermana pequeña, mi chaparrita de ojos enormes. Ojos de búho los llamabas como si fuera una cosa mala, eran ojos de bruja, ojos de mujer de otro tiempo estancada en un mundo al que nunca perteneció.

Te daría curiosidad saber que el día de mi cumpleaños hice una tirada de tres cartas y al centro me salió "la muerte". Ya sé que la muerte rara vez quiere decir "la muerte", pero siempre quiere decir al menos un tipo de muerte. Según las teorías conspirativas de TikTok que seguramente te hubiera encantado escuchar, en estos días comienzan "Los 3 días de oscuridad" antes del fin del mundo. Recuerdo cuando mi papá murió hace 11 años también se esperaba "el fin del mundo" y ahora más que nunca puedo decir que creo en esas cosas, que nunca literales, pero mi mundo se acabó en en 2012 y se está acabando nuevamente. 

Mariana, hoy estás debatiéndote entre la vida y la muerte. Por fin lo lograste, me dijo Gustavo. Lo siento, sé cuantas veces luchaste por no volver ahí, sé que lo intentaste tanto y tú misma, cuando Gabriel se quitó la vida y platicamos por horas, me dijiste que sintiera paz por él, que me quedara con la luz que su ser magnífico me dio y la agradeciera, hay gente que no está hecha para tolerar este mundo culero. Me contaste sobre algunas veces que intentaste quitarte la vida y que nunca funcionaron. Ahora que habías encontrado consuelo en la religión, me habías dicho que me quedara tranquila, que habías prometido no volverlo a hacer, que cuando te toca aunque te quites y cuando no te toca aunque te pongas... y que  todas esas cosas. Hace unos años te internaste voluntariamente en un hospital psiquiátrico cuando empezaba la noche oscura para no dejarte devorar por ella... o ya no sé. Gustavo dijo que nunca tuviste un problema del corazón, tampoco cáncer, que más bien estabas sola.

Podría sentir rabia por todas las veces que me mentiste, me pediste ayuda y corrí a darte aliento, por toda la ansiedad y angustia que viví cada vez que no estabas bien, sentirme engañada y defraudada, pero irónicamente me hace quererte más, querer abrazarte más fuerte... si me mentiste tantas veces para que sintiera compasión por ti, corazón mío, ahora que lo se, la siento al doble.

Y no quiere decir que no me enoje, que no quiera también ir al hospital a sacarte del coma a cachetadas. Estoy muy enojada, por que no me llamaste, porque en meses perdimos contacto y yo "te di tu espacio" pero en realidad tenía miedo. Sé que en el fondo tenías miedo también de que no estuviera ahí para ti y definitivamente tenías razón, no estuve, no estoy. No voy a ir a Cabo aunque entre más pasan las horas, más me lo pienso y a la vez sé que pueda ser tarde.

Este luto el día de hoy, viene enlazado a otro. Esta noche dormí a mi Rayita. Rayita se me fue lento y doloroso. Tuve cercanía y tiempo para despedirme pero aún así, no fue suficiente. La dormí para que no sufriera más y sufrió aún así y yo sufrí de acortarle esas últimas horas de reacomodarse entre sueños y me quité las horas de ver sus ojitos preciosos buscando los míos para sentirse velada y descansar. Creí que sería más fácil, pero no lo fue. En unos minutos se nos fueron 15 años de vivir juntas, 15 años de sus maulliditos preciosos, de sus bañitos de sol... ya era grande, creí que sería más fácil, pero no lo fue. Tuvo una vida bonita quizás, fue amada y consentida, pero no lo suficiente. Creí que sería más fácil, pero no lo fue y justo antes de que llegara la aguja a su bracito, tu tío, tu "partner in crime" me dio las malas noticias. Presentí algo malo, pero no tan malo. Ahora el luto que era un charco en mi corazón, se hizo un río caudaloso, un luto que se lleva otro luto, que se mezcla de forma que no distingo cuál es cual, qué dolor acaba dónde... no distingo los bordes y no tengo cómo desmenuzarlo. 

No sé si sentirme triste y disolverme en la nada, si dejar que vuelva la marejada de ansiedad, que el pánico vuelva a dominar mi vida y regresar a la oscuridad. No sé si sentir culpa por no haber visto las señales y pensar "uno de estos días hablamos". No sé si sentirme contenta por ti, porque ya no tienes que padecer más decepción y soledad. No sé si sólo llorar y tratar de aceptar que no volveré a verte, a escucharte... sortear el miedo de saber todo lo  que se me va a ir difuminando de nuestros recuerdos y la pena de notar que nunca te escuché realmente... nunca supe distinguir la verdad de la mentira y es curioso, me pasó lo mismo con nuestro padre. Todos me dijeron que era mitómano y al final, lo que más amaba de él, sus historias, las que le alentaba a contar en las comidas familiares, y a ti con mis amigos, quizás nunca fueron reales...

Mi papá era Edward Bloom del Gran Pez y quizás tú lo fueras también, pero para mi siempre serás esa mujer mitad verdad mitad mito, esa gitana que quemaba todo antes de irse a empezar de cero en otro pueblo; esa mujer mágica que se movía por encima del piso, levitando como si no pudiera tocarlo, no tenías raíces porque no eras de este mundo, pero añorabas siempre pertenecer.

Tú eras un ave migratoria con las alitas desplumadas de tanto invierno, de tanta tormenta, de tanto migar y no encontrar el nido... y perdón si hablo de ti en pasado mientras te debates entre la vida y la muerte, no sé cómo procesar este luto, no se cómo desmenuzarlo y no hay buenos pronósticos. 

Hay una parte de mí que quiere saltar y correr desnuda bajo la luna nueva (porque hoy es luna nueva, ¿sabes?), esperando encontrar tu alma desnuda también de la necesidad de encajar y bailar girando hasta marearnos y sentirme feliz de verte libre al fin, libre de la carga de ser el canto de la ladera contra la que vino a estrellarse el paradigma familiar y hacerse pedazos. Eres la llaga que sana, eres la bendita rebeldía de las que no se atrevieron a hablar, eres la consecuencia, la moraleja para aterrar a las generaciones por venir o para abrir su mente y permitirles abrirse a la posibilidad de que si hay voz está ahí para gritar, para reír a carcajadas, para perder "la modestia", la "buena niña" y ser... pero en el fondo es difícil también, ser y ser rechazada en una sociedad donde la autenticidad y la libertad van en contra de lo establecido.  

Sea lo que fuere te amo. No te salva, no te da paz, no rompe el hechizo y te convierte en princesa, no te regresa ni te deja ir, pero no importa, te amo hermanita, seas como seas, hagas lo que hagas, te vayas o te quedes, te amo y aún así no es suficiente.

Hay una parte de mí que quiere correr a Cabo y despedirme de tu cuerpecito bello, hacerte masaje en el hospital como la última vez. Hay otra parte que no quiere estar ahí, porque no conozco a tu familia y lo que conozco por ti no me cae... más por miedo que por otra cosa a decir verdad, porque estando ahí podría amarlas y entenderlas y quizás habría alguien más con quien compartir esta pena, esta vergüenza de no haber sido suficiente y quizás podría conocer esa parte secreta que aún desconozco: la verdad. Pero no me queda energía y sinceramente, el miedo gana... Si le ganó a llamarte, imagínate ahora.

En el fondo, si me quedo con un pedazo de ti, quiero que sea tu magia, tu misterio, tu osadía, tu brillo... No diré que no miré dentro del pozo y lo vi tan profundo que me dio miedo, sé que tienes "tu carácter", tu parte oscura en la que eres capaz de herir profundo, pero no a mí y te lo agradezco. A mí me diste una casita entre las nubes, juntas, sin raíces podemos flotar sobre el mundo entero. Junto a ti me sentí comprendida, vista, no juzgada; a ti fue a la primera persona después de mi psiquiatra a la que le conté lo que pasó con nuestro padre y me contaste una historia que me resonó en el alma, la misma historia que yo viví... pero tú te escapaste, tú eres mi heroína en esa historia y muchas.

Pero ¿Cómo te atreviste a querer ir al otro lado si ahí está Eduardo? ¡Qué valor! Yo nada más de pensarlo, preferiría ser longeva.

Si te vas, corazón mío, entiendo, entiendo que no te puedo pedir quedarte en un mundo que no está listo para ti, que no te da soporte, que no te abraza sino te repele. Yo misma he tenido miedo de lo que el huracán de tus pasos pudiera trastocar mi calma, no culpo a quienes te abandonaron... bueno, los culpo y no los culpo, los entiendo, pero en parte son responsables, al menos tu madre y mi padre. 

Entiendo que no debió ser fácil seguirte el paso, que no había manta suficientemente gruesa en el mundo para darte cobijo, pero entiendo también que siendo una niña, ese otro par de niños brutos y enfermos te abandonaron a tu suerte de todas las maneras posibles, te negaron calidez y tuviste que hacerte una armadura con todos y cada uno de los mecanismos de defensa que encontraste en el camino para mantenerte con vida y luego, te juzgaron y alejaron más por ello. Lo lamento. Lamento que no hayas tenido el cobijo y no haber podido serlo para ti.

Si regresas ¿qué te espera?, ¿qué te puedo prometer?, ¿con qué te puedo convencer o sobornar esta vez? Te me has muerto en la cabeza tantas veces... que si de cáncer, que del corazón, de un tumor en el cerebro. Corazón mío, ¿cómo te explico que yo era atea y fue por ti que empecé a rezar? Hice rosarios enteros en tu honor, porque tú creías. ¿Todavía te puede convencer ese libro que siempre quedó pendiente... unas vacaciones juntas, unas chelas? No tengo mucho que ofrecer y probablemente lo sabes.

Pensé tanto en ti esta semana. En pendejadas, en que me enseñaras a barajar las cartas, en que me quedó pendiente esa lectura... luego por el Borderline, porque vengo apenas a pensar que mi papá lo tenía y te lo heredó... Sólo tú y yo sufrimos en toda su magnitud a Eduardo Aguilar, mi parte más egoísta quiere que te quedes porque nadie nunca volverá a entender su bondad y su maldad después de ti.

Si te retuviera, te retendría por egoísmo, porque te quiero abrazar y porque nadie nunca se ha sentido tan orgullosa de mi sin pedirme algo a cambio, que tú. Nunca lo he dicho a nadie, nunca le he dicho a nadie "te necesito", "sólo quédate porque te necesito", sólo porque no quiero que me abandones... sé que no hace una diferencia. No quiero que te quedes para cuidar de ti, he acabado siendo cuidadora de mi madre, mis hermanos, mis parejas, mis amigos, todos de alguna manera... tú eres mi hermana grande, quiero que me cuides tú a mi, quiero que te quedes para abrazarme y mimarme y hacerme piojito si me siento mal y que me cuentes tus historias y que me confortes en la oscuridad. "Te necesito", ahí está, me duele sacarlo pero va con todo: necesito tu ánimo, tu belleza, tu luz, tus aventuras, que me presumas en Facebook, que me consueles, que me llames, que estés ahí para mí, sólo eso... te necesito a una llamada de distancia, en ello estaba mi paz.

Vivo con un sentimiento de abandono constante, por eso como tú, me voy primero. Por eso comprendo cuando los demás necesitan irse, necesitan un tiempo... les doy su espacio... Nunca me he sentido con la fuerza de rogar que no me dejen, de pedirles que luchen por mí, que me amen por siempre... siempre dejo la puerta abierta para que entren cuando quieran. pero salgan sin hacer ruido, que salgan porque yo les di "la oportunidad de irse" me hace sentir que fue mi decisión. Le temo demasiado a ese sentimiento. Los lutos son una mentada de madre y me regresan esa herida de abandono. Lucha por mi,  ¡No me dejes!

Se que eso es lo que hiciste, irte antes de que tuviéramos la oportunidad de abandonarte, te entiendo, te abrazo. Sé que no es la salida fácil, se que la razón que tuvieras entre un millar fue tan devastadoramente poderosa, se que no es cualquier cosa, que es válida y te respeto, vaya, te admiro también por ese valor. 

Hermanita, hermanita, chaparrita la más bonita... si esta vez te lleva la muerte, espero de corazón que sea a un mejor lugar, que sientas el cobijo de todas las estrellas, que tus historias vivan por siempre y que en verdad descanses, que no tengas que luchar más. Te dejo ir, te doy tu espacio... me protejo, te protejo en un cofrecito de mi mente, en mi alma. Espero encontrarte, como tú a mi padre, en un viaje de ayahuasca, entre los sueños, cada 2 de Noviembre y no esperar a cada boda y cada funeral para verte. Te amo.

martes, 23 de marzo de 2021

Noticia

 A quien me lea:

No sé a quién pueda interesarle pero, les comparto la buena noticia de que pronto tendremos reedición de Doce Reflejos de Blancanieves. Habrá edición impresa de bolsillo y pasta dura, así como una edición virtual, por lo mismo, y por contrato, tendré que eliminar de este soporte los cuentos de esa colección. Tienen un mes para leerlos gratis y en cuanto salga la edición compartiré el link aquí mismo.

Buena vida 

Un abrazo



Los duelos ajenos

 Lo de Paul fue en 2017, ya es 2021 y ha pasado tanto... 4 años desde mi trastorno de ansiedad generalizada y poco a poco creo exorcizar el terror de perderlos a todos, aunque lo siento como un eco en la distancia que se hace más reverberante  en tiempos de Covid. A veces creo que entre más sola estoy, me vuelvo más inmune a la pérdida, luego sé que la pérdida es un mosquito asechando por la noche, nunca se sabe cuando te va a picar, pero si te va a picar preferirías que lo hiciera rápido y te dejara dormir, no que además viva zumbándote en el oído. 

Desde que Paul fue asesinado he perdido tanto, han pasado cosas peores. Diego, mi primo, el lindo y tierno Dieguito a quien le regalé cuando era niño "El ruiseñor y la rosa", con el que fui hacía unos meses a un rancho de cabras y nos lamentamos juntos de que mataran a los cabritos, presuntamente asesinó a mi tía Malena, su mamá y si la vida me ha zarandeado ha sido en el terreno de la fe y la confianza. Hay que decepcionarse un millón de veces para empezar a entender que hasta el diamante se rompe con la justa presión y lo que ves es la mitad de lo que es. No se puede confiar en nada ni nadie absolutamente, todos en el fondo nos sentimos buenas personas y justificaremos el peor de nuestros actos hasta engañarnos a nosotros mismos. Millones de preguntas me asfixian: ¿Qué es ser una buena persona? ¿Quién pone los límites? ¿la ley, la moral, la popularidad? Bien y mal son conceptos de normas y límites en las relaciones humanas, sólo eso. Si todos nacemos buenos ¿nacemos también egoístas? ¿la bondad y el egoísmo se llevan? ¿Qué es verdaderamente la justicia? Pero no volvió de lleno la ansiedad.

Vino la pandemia. Mi mamá se enfermó, no corrí a estar con ella cuando creí que la perdería y eso me persigue hasta ahora, ¿soy mala hija? ¿soy mala? Mi mamá estuvo ausente más de la mitad de mi vida, ¿eso me justifica ante mí, ante otros? Soy la hermana mayor y huyo a sentirme responsable de todos, pero me siento responsable de todos modos. Pero no volvió de lleno la ansiedad.

 Se suicidó Gabriel y aunque no es mío para velar, sigo transitando el duelo. Sí me ha rondado la ansiedad muchas noches, pero no como esa vez.

Me siento en un hilo, sobreviviendo.

Ha pasado tanto y lo de Paul todavía me deshace, ¿por qué? Hoy abrí facebook y el cartel de un muchacho que desapareció en Temixco vino a recordarme que Paul en 2017 desapareció en Temixco también y al temer por el destino de este joven,  me atreví después de años, a buscar noticias una vez más y encontré que su presunto asesino está detenido. No pude más que derramar mi alma sobre la almohada. En 2018 me desmayé literalmente, después de leer en Facebook una noticia sobre un cuate que asesinó a su amigo y lo descubrieron porque publicó sus condolencias antes de que se hubiera hecho pública la noticia y pensé en Paul, en el terror de que alguien cercano pudiera haberle hecho daño. Me dio un rush de adrenalina como si yo debiera hacer algo, descubrir a su asesino por mi propia cuenta y a la vez me pegó en seco la ansiedad de sentirme tan impotente. Sentí que aunque quisiera actuar no debía, porque yo no estaba en su grupo de amigos más cercano, porque hacer algo podría significar para los demás una falta de respeto, quererme apropiar de su dolor, y a la vez una culpa infinita por no estar haciendo nada, por vivir todo el proceso de su desaparición de forma pasiva, cuando en el perímetro de los hechos yo estaba realmente devastada y sigo. Quería voltear al mundo, ir a su funeral, pero no conocía a nadie ahí y los que estuvieron tiene más razones para sufrir que yo. No me sentía digna de estar.

Esta sensación de tener un luto a cuestas y no sentirte con derecho a atravesarlo se siente como la indefensión aprendida, peor que gritar bajo el agua, es como como cuando gritas ente la multitud y la gente te escucha pero no le importa. Me remite a esa sensación como cuando eres abusada y hay una parte instintiva  con ganas de morder y rasguñar a la persona que te está haciendo daño, pero tu mente argumenta que sólo será peor, que no tiene caso. Es desgastante, tú, como la gente, te preguntas ¿por qué no hice nada? y no tienes respuesta, sólo una sensación de ser impotente y diminuta, más capaz de aguantar que de enfrentar, porque el que aguanta sólo vive internamente con sus consecuencias, con su propio juicio; el que enfrenta tiene que vivir sus consecuencias externamente y exponerse además al juicio de todos. 

Me pasa también con Gabriel, pero no puedo, como otras personas más cercanas, hablar de eso, especialmente no con las personas más cercanas porque me pesa robarle lluvia a su nube negra. Nos pasó a todos, pero a ellos les pasó más, uno piensa. Tan irrespetuoso como hablar de tu terror a Covid con alguien que perdió a su familia a causa del Covid. 

Me recuerda al argumento "hay gente que lo está pasando peor que tú, hay gente que muere de hambre en África, ya, ya, sacúdete las lágrimas, sonríe, se feliz". Como si fuera tan fácil... 

Una cosa no niega la otra. Hay diferentes razones para que te lleve la chingada, pero cuando te lleva, te lleva. 

Uno como mujer tiene en la punta de la lengua todas las palabras que la gente ha usado para hacerte gaslighting toda tu vida, para hacerte gaslighting tú misma en tus momentos más vulnerables: Dramática, exagerada, seguro no sientes lo que sientes y estás namás queriendo llamar la atención, son tus caprichitos de siempre, patética, chillona, crees que alguien le importa, crees que el fantasma de Paul te va a visitar o acompañar cuando en vida te dejaba en visto los mensajes... estás incomodando a las personas con tus dramas, no te das cuenta? Luego miras hacia atrás y te das cuenta que has logrado ser más cruel contigo misma de lo que han sido quienes te hicieron daño. 

He querido ser buena toda mi fkn vida, no ser conflictiva, pedinche, ser responsable, ayudar a poner la mesa, no incomodar aunque yo esté exageradamente incómoda. No meterse en problemas, ha sido el más grande problema de todos.

¿Por qué a pesar de todo lo de Paul me pegó tanto?

Hay duelos no reconocidos, duelos que "no nos pertenecen" porque no nos sentimos dignos de sufrir por la perdida de alguien que no era tan cercano a nosotros y sin embargo impactaba nuestra vida, y su muerte, pese a no estar en nuestra "jurisdicción" nos afecta y a veces nos devasta, pero era "de alguien más", de alguien que queremos y era más cercano; en caso de Gabo Sel, y no sentimos el derecho a desmoronarnos porque número uno, somos el círculo de confianza de estas ´personas y tenemos que estar "bien" para ellos, número dos, vemos a estas personas aparentemente estoicas mantenerse en pie y no podemos pasar por más vulnerables que ellos, no podemos pedirles que nos consuelen por una pérdida que es más de ellos, aunque quizás no tomamos en cuenta que ellos, por tener más cercanía podrían tener más acceso a un cierre desde dentro, que nosotros en el perímetro; porque nosotros no nos damos espacio para expresar, porque no nos quedamos con nada físico que nos recuerde, nos sentimos con derecho a invocarlos en sueños, a charlar con ellos en la ducha, para nosotros sólo están perdidos, continúan perdidos. Los recordamos y nos conmueve pero no tenemos con quien compartirlo, es una voz bajo el agua y hay una culpa de mencionarlos,  como si alguien pudiera pensar que invocamos su ausencia para apropiarnos de su tragedia y darnos un negro matiz de importancia. Es raro pero el dolor, la tristeza, la ansiedad son socialmente rechazados, porque se entienden como chantaje emocional, y cuando no se justifica en la cercanía, el duelo es más lento, más conflictivo, se acaba negando ante los demás como los celos y gran parte de la ansiedad viene de una necesidad de no incomodar a los demás, de aguantar.

Me imagino que esto pasa también entre padres e hijos, hermanos mayores y menores, grupos de amigos, parejas vs. exnovios. ¿alguien más lo ha vivido?

sábado, 28 de septiembre de 2019

Sueño buscando pruebas

Hoy soñé con mi padre de una forma indirecta. Estaba irrumpiendo en su casa con mis hermanos,  husmeando, revisando sus cosas sin decir a nadie qué. Miraba sus fotos con detenimiento y encontraba un collage de varias fotos de mí como de 11 o 12 años y en una apenas se alcanzaba a distinguir, pero estaba desnuda. Arrancaba la foto y me la metía en el bolsillo. “A lo mejor esto basta, qué clase de padre guarda fotos de su hija preadolescente desnuda?” Pero sabía que había algo más. Pruebas. Estaba buscando algo. Al principio no le decía a nadie lo que buscaba y venían a mostrarme cosas curiosas o interesantes que se encontraban, yo les reprendía y les pedí que dejaran todo como lo habían encontrado, por miedo a que mi padre volviera y se enterara de que estuvimos ahí. Ellos me decían que entonces ya nos fuéramos. Yo le hacía un ademán a mi hermana como que se acercara en secreto y le decía que estaba buscando las pruebas. Ella me miraba como “ahora entiendo todo” y mientras yo seguía hojeando libros y cosas en un escritorio, ella sacaba un libro con el título Orfeo.  Luego para mi sorpresa vi una foto intima con Pablo, como si mi padre hubiera tomado la fotografía. Mi rostro estaba más relajado, me quedé más tranquila. Al final encontré también una de Pablo y yo, los dos vestidos como hombre en disfraces pintorescos. Pasé mi mano cubriendo la mitad de la cara de ambos y le pregunté a Mile, cuál de los dos es Pablo? Y pensaba que era yo Jajajaja, yo me reía muchísimo y reflexionaba en lo mucho que nos parecíamos. Luego decía, ya tengo lo que necesito, ya nos podemos irnos.
Todos lo sabemos porque lo hemos sentido, pero pocos lo tenemos consciente y nos cuesta trabajo aceptar que las emociones no vienen de 1 en 1.
El momento en que me enojo no siento una ira en su perfecto estado de pureza, quizás incluso lo que llamamos enojo es parte de un tejido compuesto de varias emociones. Cuando me enojo por algo, me siento triste también, me siento defraudada, enojada conmigo misma por anticipar algo que tenía esperanzas de que sucediera, pero percibía que no iba a suceder; es un enojo contra mí por colgar mis expectativas a la otra persona, pero eso no quiere decir que a la vez deje de sentirme enojada porque la otra persona no cumplió con esas expectativas y eso me hace sentir dolida, estúpida pero dolida. Pienso y en el momento que se asoma el pensamiento lo golpeo con un mazo porque lo odio y me odio por pensarlo, pero no puedo negar que existe: "si me amara de verdad haría el esfuerzo, sabría leer entre líneas, intuiría, porque he dicho de mil formas que esto era importante para mí" y mi reacción furiosa no viene en un grito, porque mi enojo nunca trata de imponerse alzando la voz, sino con un silencio.  Me alejo y azoto la puerta, dejo que las cosas griten por mí.  Cuando estoy encerrada, aislada, viene un sentimiento de culpa y ridiculez que me hace sentir como si estuviera en una cápsula del tiempo y quien soy en ese instante no es una mujer, sino una niña pequeña que está haciendo un berrinche y lo único que quiere es que su mami le diga que todo va a estar bien y que la quiere a pesar de todo.
Cuando estoy feliz tampoco estoy feliz enteramente. Basta ver esos momentos en que la gente "llora de felicidad". La gente que llora de felicidad, llora porque se le desbordan las múltiples emociones en ese momento: Llora por la tristeza de saber que tenía tantas esperanzas pero poca fe de que eso pudiera sucederle, llora porque se siente tan bien y sabe que ese momento se va a terminar, siente que el momento es casi ireal y fugaz y teme olvidar cómo se sentía; llora por la culpa de recibir algo que siente, en el fondo, que no merece. Llora porque le recuerda los sufrimientos de su pasado y cuando  sus expectativas han sido rebasadas viene un poco de enojo también, el enojo de no haber tenido antes la oportunidad de cumplir sus sueños y de haber pasado por tanto sufrimiento antes de llegar ahí y nunca ha sido un llanto de felicidad, es también de tristeza, de culpa; tristeza por porque es delicioso y cuando termina te das cuenta que es sumamente breve, miedo porque no sabes si volverás a sentir algo como eso.
 Cuando nos sentimos felices por otros rara vez nos sentimos felices enteramente. Todas estas emociones son tabú, sólo debemos sentir las cosas buenas, sólo debemos alimentar esos sentimientos positivos y al reprimir los otros nos hacemos daño, nos generamos ansiedad, nos generamos el problema de no identificarnos con nosotros mismos al ser demasiado políticamente correctos.

lunes, 4 de febrero de 2019

Truly, Madly, Deeply gone for ever

Tuve un sueño extrañísimo con parásitos alienígenas, fantasmas, tráfico, casas con huecos en el piso y bichos extraños, una orgía mortal y mensajes del más allá.
No sé cómo empezar a contar la historia porque como todos los sueños no tienen un orden narrativo preciso, todo son fragmentos, que se vivían de forma muy emocionante, con miedo, ilusión, deseo, confusión y muchas preguntas. Las emociones son reales, los personajes y sus actos son en parte referencias, deseos, fantasías e invenciones aleatorias de mi subconsciente. Fueron fragmentos como de distintos sueños pero se hilan perfectamente en uno solo.

- Casa, hueco en el piso y el bicho:

Estaba con Rob y Neto en una casa maravillosa, muy parecida a la casa en que vivimos actualmente y me fascinaba. Estaba cerca de uno de mis dos espacios de trabajo, era luminosa, espaciosa y decorada a mi estilo. Habíamos pasado algunos días en ella para probarla antes de decidirnos a rentar. Yo me sentía convencida, pero ellos se sentían más inclinados a rentar algo más cerca del centro, así que la acordamos pasar en ella esa noche para hacer la prueba.
Desde la entrada me gustaba mucho menos, era más chica y oscura, tenía la alfombra sucia y rasgada, parecía tener decoración como de los 70's,  pero deliberaba en mi cabeza, tomando en cuenta que a ellos les gustaba más y argumentaban que estaba muy cerca de mi segundo punto de trabajo y sería más cómoda.
Me puse a explorar la casa, con la intención de encontrar secretos obscuros con los que armar mi caso contra sus argumentos y encontraba algunas rarezas. Abría un estante y aparecía un bicho como una cigarra gigante, con antenas y patas desproporcionadamente largas que la hacían ver como si bloqueara todo el interior del estante de una repisa a otra. Había libros dentro, pero en eso no ponía mucha atención, porque me pegaba un pinche susto y azotaba la puerta del estante. (Notas del soñante: maldita cigarra ¿será mi bloqueo de escritor?) Les contaba lo que había encontrado pero no me pelaban mucho. Despertaba aún con una sensación de incertidumbre, como cuando abres los ojos por la noche y no sabes dónde estás. En la mañana estaba sentada en el piso con Neto. Estábamos practicando el ritmo de cups y riendo mucho cada vez que nos equivocábamos. Yo miraba sus labios con deseo mientras él hablaba, nos acercábamos un poco y sentía deseos de besarlo. Muy adrede reposaba mi rodilla sobre la suyas mientras repetía el ejercicio. En alguna pausa me recosté sobre la alfombra y vi que en una de las rasgaduras atravesaba una luz tenue. Me asomaba y encontraba un espacio subterráneo con libros y otras cosas, como si alguien las hubiera olvidado en un sótano del que nadie nos habló o simplemente las hubieran metido a través del agujero (Un sótano con libros. ¿Otra vez mi bloqueo de escritor hablando?). Le decía a Neto que vinera a ver y al asomarse, por un momento se rosaban nuestros hombros y me estremecía como si me hubieran soplado sobre el cuello. Él no le daba mucha importancia y seguíamos practicando. Roberto bajaba por las escaleras y cuando lo sentía bajar me preguntaba si era peor quitar mi rodilla rápidamente de encima de la pierna de Neto y evidenciar mi sentimiento de culpa o dejarla y no darle gran importancia. Optaba por lo segundo y claro que se daba cuenta. Yo me sentía muy preocupada de incomodarlo, sentía que le iba a doler que antes él y yo practicamos cups y nos reímos juntos, que era "algo nuestro". Él se me acercaba con una cara de extrañeza y nos decía: "No me pueden negar que algo está pasado: se gustan, ¿por qué no me lo habían dicho?, primero que nada somos amigos ¿o no?, no se preocupen, por mí está bien. No repriman lo que sienten." Sus ojos reflejaban comprensión, aunque sus cejas los enmarcaban con un toque paternalmente severo. Yo sentía el ardor espantoso y escalofrío que te da cuando te cachan y no puedes negar lo que es obvio. Me llenaba la culpa y la vergüenza, pero a la vez el alivio de saber que lo peor había pasado y no era tan terrible. Descubrí hasta ese instante que el deseo era recíproco.  "¡Vamos!, no sean tímidos, bésense." Nos mirábamos con ternura, miedo, shock, belleza y una tensión sexual con el peso del mundo se descargaba cuando nuestros labios entraban en contacto. Me sentía rara, confundida y sumergida en la intensidad de ese beso, en la sensualidad de su aroma mezclado con el mío, la electricidad en el contacto de sus manos hundiéndose en mi cabello. Lo rodeé con mis piernas y hubo un momento en que me sentí suspendida en el aire, soportada enteramente por sus brazos.

-Orgía mortal:
    Nos abrazamos y lo miramos. Su rostro no parecía tan compasivo y paternal como antes. Tenía una sonrisa sospechosa. En eso abría la puerta y entraba Val, la chica que en verdad le gusta a Neto. Rob la llevaba frente a nosotros, la sostenía de la nuca y la besaba apasionadamente. Los celos se atragantaban en mi garganta, mezclados con deseo, gusto por él, por el modo en que el juego subió de nivel súbitamente, y la sombra del temor de perderlos a todos.
La llevó hasta la mesa del comedor y cuando la tenía recostada, con la boca abierta, deseosa... hizo una señal invitando a Neto a acercarse. Neto caminó hacia ella como sonámbulo y se hundió entre sus labios. Yo me quedé sentada en el piso, sola y adolorida. Cuando los dos la tocaban se me erizó la piel y pensé: "esto me gusta y me duele, me da miedo y lo deseo, me siento muy sola pero puedo tomar la decisión de ponerme en pie y atreverme a vivir todas mis fantasías o darme la vuelta y por miedo, celos, un toque de humillación, indignación... y excluirme de la experiencia".
Me puse en pie un poco tambaleante y me dirigí hacia la mesa. Me inundó el aroma de la madera. Mi lengua se abrió camino hasta la boca deVal, mis labios exhalaron sobre el nudo de pieles, podía respirar el aroma mezclado de sus deliciosos sudores, degustarlos, pero mi mente se sentía distante, deseosa pero insensible por los nervios. Miraba a un lado y notaba que Val había traído a unos amigos: un tipo gordito y barbón que se veía simpático, pero nada atractivo y otra chica nada especial. Cuando los veía acercarse a la mesa me preguntaba si los podíamos excluir, poner una regla de "sólo conocidos", pero me sentía apenada de marcar ese límite y hacerles sentir el rechazo. Quería que alguien más se los dijera, pero aunque sentí la incomodidad generalizada, nadie quiso decir algo. Yo no sentía toda la excitación que hubiera esperado de una situación como esa, pero seguí adelante.
De pronto, una pierna empezó a moverse sin control y escuché un grito. Todos nos separamos y vimos un animal muy parecido a una serpiente introducirse por el cuerpo de Val.
La chica desconocida dijo como si supiera algo "es un parásito de esos que trajeron los alienígenas" y empezó a cortar pedazos de la piel de Val, adivinando los movimientos del parásito para intentar atraparlo. Llegaba a su vientre y haciendo una incisión un poco mayor lograba sacarlo de la cola, cuando la cosa viscosa giraba la cabeza y se hacía camino a través de su brazo. Yo estaba inmóvil, confundida y aterrada. Por mi cabeza pasaba (prejuiciosamente) que ella debía traerlo, porque sabía qué era y por ser la única desconocida.
Nadie se atrevió a acercarse y comenzó a convulsionar, hasta caer muerta con los ojos abiertos.

- Tráfico extraño.
    Como si nada hubiera pasado estaba por cruzar la calle con Neto y él me sostuvo antes de ser atropellada en un carril central que iba en sentido opuesto. Pensaba que no me había acostumbrado aún a esa forma de tránsito y le decía (como si tuviera alguna relación lógica con el sentido de los autos): "Y yo que creí que el poliamor sería más sencillo".

- Mensajes del más allá.
Estaba en un cine viejo, con poca gente. No estaba viendo la película, buscaba a alguien. Me decían que debía ir al estacionamiento. Ya ahí me topé en un mostrador a una viejecita con rostro impaciente. "Aunque encuentres a quien buscas no puedes comunicarte con ellos si estás muerta" me decía.
"¿Estoy muerta?" "¿No recuerdas el parásito?" "Sí, pero mató a la otra chica, no a mi" "...no te engañes, tú eres la otra chica". Me sentía confundida pero todo hacía sentido. Surgían entonces más dudas "Pero... ¿si yo morí, entonces Val...? Recuerdo ver escenas fugaces de su cuerpo cortado, pero nunca supe qué pasó con ella."
Sin decir nada me miraba con unos ojos que explicaban todo. Val estaba muerta también. "Ellos no saben que estoy muerta, ¿cómo puedo decirles que mi cuerpo está en la cajuela y yo tengo el parásito?" "Hay una forma..." me decía.  "Puedes comunicarte por medio de canciones. Escribe dos títulos de esta lista, los que mejor describan tu mensaje y llegará a ellos". Me entregó un listado de canciones y encontré dos que según yo explicaban todo. Una que conocía y la otra que nunca había escuchado. El mensaje decía: Truly, Madly, Deeply/Gone forever.
Salía del lugar y descubría que el estacionamiento era un cementerio y caminaba hacia una neblina interminable. 

domingo, 23 de diciembre de 2018

No son las 3:33 porque me dormí como a las 2:45, son las 6:42 y tuve un sueño aterrador. Había un hombre que pescaba en una laguna pequeña frente a mi casa con un gato siamés atravesado como carnada. Lo veía y me daba horror, especialmente por Quién y Rayita que estaban libres por ahí. Tenía un compañero, que de la misma manera sumergía el cadáver de un gato una y otra vez en la laguna. A cierta hora, cuando empezaba a oscurecer se decían: “no pudimos pescar nada bueno, pues comeremos gato otra vez.”
Mientras hacían el ritual, temía que me vieran, una vez que me vieron temí que me hablaran. Me preguntaba qué pez tan grande esperaban atrapar con ese tamaño de carnada y pensaba que sólo era lógico si quisieran pescar un tiburón, pero en la laguna realmente no habían.
Terminando de pescar 🎣 o más bien, remojar un gato una y otra vez, recogían sus cosas y pasaban por mi terreno. Me daba miedo, pero alguien más les hablaba. No sé si mi papá o mi mamá o alguien más (Roberto? Neto?) Justo antes estaba soñando que platicaba con Neto sobre estructuras del animé y sus villanos, una discusión sobre quién iba a dormir en qué cama... en fin, no sé claramente quién era la otra persona, pero les hablaba. En ese momento veía a Quién y Rayita caminando por el pasto, mientras éstos traían el cadáver escurriendo.
Uno de ellos se quejaba de tener hambre, de tanto tiempo que no lograban pescar. Recuerdo compadecerme y ofrecerles algo diferente de comer. Éste, que tenía cabello largo y barba me decía que ya no recordaba el sabor de las verduras con cierta melancolía y eso me emocionaba, lo compadecía y quería recordarle el sabor de las verduras.
El otro decía sentirse muy apenado y nada más nos agradecería un espacio en la cocina para cocinar su gato. Debo admitir que en ese punto me daba curiosidad cómo diablos preparaba un gato de comer y mientras yo hacía una preciosa ensalada caprichosa, veía al hombre poniéndole todas las especias al gato, lo que me daba la idea de ofrecerles pollo, a lo que uno me decía que estaría bien y el otro que no me preocupara.
De pronto estaba cocinando para este tipo que me daba terror, con la emoción de preparar algo tan rico que se olvidara de matar gatos. Él comía de todo y al final me pedía que le preparara un baño de tina que le caería muy bien... y que le preparara la cama, cada vez más invasivo. Ya no recuerdo cómo fue, pero de estar cenando en el jardín entraba a la cocina y empezaba a buscar algo con qué defenderme. Veía unas tijeras y me las ponía en la espalda entre el pantalón y la sudadera. Él entraba empujando la puerta abatible cuando todavía no cubría las tijeras y sentí miedo de que me cachara. Empezaba a jactarse de algo y decirme que yo qué podría hacer? Y agarraba un cuchillo pequeño, el de la fruta, con buen filo y le cortaba el borde de la nariz. Él se quejaba de lo filoso del cuchillo, pero se seguía acercando de modo amenazante y le enterraba las tijeras, pero seguía riendo, como retándome pero sin defenderse y con el cuchillito le cortaba los dos ojos y lo echaba. Cuando el otro se retiraba, veía que tomaba té de una tetera y dentro de la tetera estaba Quién con el cuello pelado y la lograba sacar y revivir, pero desperté muy agitada. Y al revisar la hora me encuentro con mensajes amenazantes de un tal Carlos que me ha mensajeado “hola te invito a salir” los últimos dos meses por redes sociales y yo no le contesté. Ahora me escribió que si chingo a mi madre porque soy su ligue de pueblo... y no sé qué tanta hostilidad. Voy a intentar dormir y luego veo si bloqueo al susodicho.