sábado, 20 de abril de 2024

Casa Propia

 

Quiero una casa propia, un lugar seguro con vista inspiradora, rodeado de naturaleza y cerca de un lago, donde no sólo siembre árboles, o los vea crecer, sino reciba sus frutos.

 

Una casa a mi nombre rodeada de rosas imperecederas, con enredaderas escalando la fachada, con flores que perfumen la primavera.

 

Quiero una casa propia con un huerto, un horno para el pan y otro para el barro, donde mis manos alimenten a los míos, a los suyos y los extraños.

 

Una casa propia, donde una tina caliente me espera al terminar la semana para limpiar mis pesares, la energía gastada en la creación, donde vengan más y más ideas, donde las lágrimas se vayan por el desagüe y desahoguen mi espíritu de tanto en tanto.

 

Quiero una casa propia, con cocina grande para alimentar a mis seres amados, para compartir los frutos de la abundancia y plenitud, donde contar historias y leer juntos, donde crear magia para el paladar y para el alma.

 

Quiero una casa propia, con cuatro recámaras al menos,

una para el sueño, otra para la inspiración,

otra para mi ser amado o nuestros hijos,

la cuarta para recibir a algún viajero, para recibir a una hija, a un amigo que comparta el maratón nocturno, el juego, la plática que se extiende y no termina hasta llegar la madrugada.

 

Quiero un ático o un cuarto oculto, para llenar mi vida de misterio, para honrar mis sueños y quizá encontrarme con el fantasma que lo habita.

 

Quiero una casa propia, con un columpio y una fuente, el columpio para mi niña interior que constantemente se balancea, y la fuente para calmar mi mente y darle flujo al pensamiento.

 

Quiero una terraza para subir a beber y ver el cielo de noche con lucecitas para adornar mis melancolías.

 

Quiero una casa propia para que ella espere en lo que salgo de aventuras. Quiero una casa que vele mis sueños y guarde mis secretos.

Una casa propia para poder volver si me voy un día.

Para volar más libre, libre de irme y conocer el mundo, libre de regresar a puerto seguro.

 

 Quiero una casa propia para que nadie amenace con echarme a la calle, para que nadie vuelva a obligarme a hacer algo que no quiero por el temor de que pudieran correrme, para que nadie pueda nunca ponerme una escoba tras la puerta.

 

Quiero una casa propia para que nadie pueda condicionar mi cobijo, para tener un refugio de la jornada, para amar sin obligación de amar a cambio de morada.

 

Quiero una casa propia para cobijar a los míos y sentirme cobijada, para no tener que dejar la vida en pagar la renta, para no morir ganándome la vida.

 

Quiero tener una casa propia como quien busca los brazos de la madre. Quiero ese dulce consuelo por una vez sólo para mí y que sea tan mía que ningún padre, padrastro, dios o hermano puedan de mí apartarla. 

 

Quiero una casa a mi nombre donde nadie pueda condicionarme la vida o la muerte, donde pueda ser yo sin adaptarme al ambiente, quiero que el ambiente se adapte a mí por una vez, que me refleje y me cobije amorosamente.

 

Quiero tener una casa a mi nombre, porque con una casa propia, me vuelvo reina de un pedazo de tierra y he de tener poder, mandato y autoridad sobre esta pequeña vida mía, que pareciera que en ningún otro lugar me pertenece.

 

Quiero una casa llena de cantos, de noches de película, de sueños milagrosos.

 

Quiero tener una casa propia donde mis perros puedan correr libremente, donde mis gatos trepen árboles y nadie ose levantarles la voz, donde nadie sea recibido sin invitación, pero se inviten a los seres más extraordinarios, donde mis hijos aprendan del amor, del arte y de la tierra. Donde la familia tenga un significado diferente.

 

Quiero tener una casa a mi nombre que en un ala del jardín tenga un pequeño cementerio donde puedan descansar en paz mis animales compañeros.

Donde se escriba en epitafios la historia de cada una de mis mascotas, sus apodos, sus vicios y enseñanzas, donde pueda limpiar sus tumbas y llevarles mis ofrendas.  

 

Quiero una casa propia que decorara mi gusto, donde pueda pintar las paredes del color que me apetezca según la temporada, donde pinte murales y pueda colgar cuadros donde embellezcan el espacio, no donde los inquilinos anteriores habían dejado clavos.

 

Quiero una loza lisa donde patinar y un piso de madera donde deslizarme en calcetines.

 

Quiero una casa propia donde vivir y escribir historias fascinantes, donde la sombra de mi pasado se desdibuje en la desnudez, donde me deslice auténtica por cada recoveco, donde encuentre un Edén que cierre las heridas, llene las grietas, donde mis gritos de alegría y pasión impregnen con su eco cada muro.

 

Quiero una casa a mi nombre con chimenea a la mitad de la sala, para reunirnos en su calidez a contar cuentos, a quemar bombones, a cantar, a calentarnos.

 

Quiero una casa propia para contener mis fantasmas, para encontrarlos en paz y dejarlos descansar.

Quiero una casa propia para que cuando muera mi alma en pena no ande errante, tenga un lugar al cual volver, dónde espantar y aparecérmele quizás en sueños a otra yo, desde el mismo ático de aquella dulce-amarga pesadilla recurrente.



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