sábado, 28 de septiembre de 2019

Sueño buscando pruebas

Hoy soñé con mi padre de una forma indirecta. Estaba irrumpiendo en su casa con mis hermanos,  husmeando, revisando sus cosas sin decir a nadie qué. Miraba sus fotos con detenimiento y encontraba un collage de varias fotos de mí como de 11 o 12 años y en una apenas se alcanzaba a distinguir, pero estaba desnuda. Arrancaba la foto y me la metía en el bolsillo. “A lo mejor esto basta, qué clase de padre guarda fotos de su hija preadolescente desnuda?” Pero sabía que había algo más. Pruebas. Estaba buscando algo. Al principio no le decía a nadie lo que buscaba y venían a mostrarme cosas curiosas o interesantes que se encontraban, yo les reprendía y les pedí que dejaran todo como lo habían encontrado, por miedo a que mi padre volviera y se enterara de que estuvimos ahí. Ellos me decían que entonces ya nos fuéramos. Yo le hacía un ademán a mi hermana como que se acercara en secreto y le decía que estaba buscando las pruebas. Ella me miraba como “ahora entiendo todo” y mientras yo seguía hojeando libros y cosas en un escritorio, ella sacaba un libro con el título Orfeo.  Luego para mi sorpresa vi una foto intima con Pablo, como si mi padre hubiera tomado la fotografía. Mi rostro estaba más relajado, me quedé más tranquila. Al final encontré también una de Pablo y yo, los dos vestidos como hombre en disfraces pintorescos. Pasé mi mano cubriendo la mitad de la cara de ambos y le pregunté a Mile, cuál de los dos es Pablo? Y pensaba que era yo Jajajaja, yo me reía muchísimo y reflexionaba en lo mucho que nos parecíamos. Luego decía, ya tengo lo que necesito, ya nos podemos irnos.
Todos lo sabemos porque lo hemos sentido, pero pocos lo tenemos consciente y nos cuesta trabajo aceptar que las emociones no vienen de 1 en 1.
El momento en que me enojo no siento una ira en su perfecto estado de pureza, quizás incluso lo que llamamos enojo es parte de un tejido compuesto de varias emociones. Cuando me enojo por algo, me siento triste también, me siento defraudada, enojada conmigo misma por anticipar algo que tenía esperanzas de que sucediera, pero percibía que no iba a suceder; es un enojo contra mí por colgar mis expectativas a la otra persona, pero eso no quiere decir que a la vez deje de sentirme enojada porque la otra persona no cumplió con esas expectativas y eso me hace sentir dolida, estúpida pero dolida. Pienso y en el momento que se asoma el pensamiento lo golpeo con un mazo porque lo odio y me odio por pensarlo, pero no puedo negar que existe: "si me amara de verdad haría el esfuerzo, sabría leer entre líneas, intuiría, porque he dicho de mil formas que esto era importante para mí" y mi reacción furiosa no viene en un grito, porque mi enojo nunca trata de imponerse alzando la voz, sino con un silencio.  Me alejo y azoto la puerta, dejo que las cosas griten por mí.  Cuando estoy encerrada, aislada, viene un sentimiento de culpa y ridiculez que me hace sentir como si estuviera en una cápsula del tiempo y quien soy en ese instante no es una mujer, sino una niña pequeña que está haciendo un berrinche y lo único que quiere es que su mami le diga que todo va a estar bien y que la quiere a pesar de todo.
Cuando estoy feliz tampoco estoy feliz enteramente. Basta ver esos momentos en que la gente "llora de felicidad". La gente que llora de felicidad, llora porque se le desbordan las múltiples emociones en ese momento: Llora por la tristeza de saber que tenía tantas esperanzas pero poca fe de que eso pudiera sucederle, llora porque se siente tan bien y sabe que ese momento se va a terminar, siente que el momento es casi ireal y fugaz y teme olvidar cómo se sentía; llora por la culpa de recibir algo que siente, en el fondo, que no merece. Llora porque le recuerda los sufrimientos de su pasado y cuando  sus expectativas han sido rebasadas viene un poco de enojo también, el enojo de no haber tenido antes la oportunidad de cumplir sus sueños y de haber pasado por tanto sufrimiento antes de llegar ahí y nunca ha sido un llanto de felicidad, es también de tristeza, de culpa; tristeza por porque es delicioso y cuando termina te das cuenta que es sumamente breve, miedo porque no sabes si volverás a sentir algo como eso.
 Cuando nos sentimos felices por otros rara vez nos sentimos felices enteramente. Todas estas emociones son tabú, sólo debemos sentir las cosas buenas, sólo debemos alimentar esos sentimientos positivos y al reprimir los otros nos hacemos daño, nos generamos ansiedad, nos generamos el problema de no identificarnos con nosotros mismos al ser demasiado políticamente correctos.

lunes, 4 de febrero de 2019

Truly, Madly, Deeply gone for ever

Tuve un sueño extrañísimo con parásitos alienígenas, fantasmas, tráfico, casas con huecos en el piso y bichos extraños, una orgía mortal y mensajes del más allá.
No sé cómo empezar a contar la historia porque como todos los sueños no tienen un orden narrativo preciso, todo son fragmentos, que se vivían de forma muy emocionante, con miedo, ilusión, deseo, confusión y muchas preguntas. Las emociones son reales, los personajes y sus actos son en parte referencias, deseos, fantasías e invenciones aleatorias de mi subconsciente. Fueron fragmentos como de distintos sueños pero se hilan perfectamente en uno solo.

- Casa, hueco en el piso y el bicho:

Estaba con Rob y Neto en una casa maravillosa, muy parecida a la casa en que vivimos actualmente y me fascinaba. Estaba cerca de uno de mis dos espacios de trabajo, era luminosa, espaciosa y decorada a mi estilo. Habíamos pasado algunos días en ella para probarla antes de decidirnos a rentar. Yo me sentía convencida, pero ellos se sentían más inclinados a rentar algo más cerca del centro, así que la acordamos pasar en ella esa noche para hacer la prueba.
Desde la entrada me gustaba mucho menos, era más chica y oscura, tenía la alfombra sucia y rasgada, parecía tener decoración como de los 70's,  pero deliberaba en mi cabeza, tomando en cuenta que a ellos les gustaba más y argumentaban que estaba muy cerca de mi segundo punto de trabajo y sería más cómoda.
Me puse a explorar la casa, con la intención de encontrar secretos obscuros con los que armar mi caso contra sus argumentos y encontraba algunas rarezas. Abría un estante y aparecía un bicho como una cigarra gigante, con antenas y patas desproporcionadamente largas que la hacían ver como si bloqueara todo el interior del estante de una repisa a otra. Había libros dentro, pero en eso no ponía mucha atención, porque me pegaba un pinche susto y azotaba la puerta del estante. (Notas del soñante: maldita cigarra ¿será mi bloqueo de escritor?) Les contaba lo que había encontrado pero no me pelaban mucho. Despertaba aún con una sensación de incertidumbre, como cuando abres los ojos por la noche y no sabes dónde estás. En la mañana estaba sentada en el piso con Neto. Estábamos practicando el ritmo de cups y riendo mucho cada vez que nos equivocábamos. Yo miraba sus labios con deseo mientras él hablaba, nos acercábamos un poco y sentía deseos de besarlo. Muy adrede reposaba mi rodilla sobre la suyas mientras repetía el ejercicio. En alguna pausa me recosté sobre la alfombra y vi que en una de las rasgaduras atravesaba una luz tenue. Me asomaba y encontraba un espacio subterráneo con libros y otras cosas, como si alguien las hubiera olvidado en un sótano del que nadie nos habló o simplemente las hubieran metido a través del agujero (Un sótano con libros. ¿Otra vez mi bloqueo de escritor hablando?). Le decía a Neto que vinera a ver y al asomarse, por un momento se rosaban nuestros hombros y me estremecía como si me hubieran soplado sobre el cuello. Él no le daba mucha importancia y seguíamos practicando. Roberto bajaba por las escaleras y cuando lo sentía bajar me preguntaba si era peor quitar mi rodilla rápidamente de encima de la pierna de Neto y evidenciar mi sentimiento de culpa o dejarla y no darle gran importancia. Optaba por lo segundo y claro que se daba cuenta. Yo me sentía muy preocupada de incomodarlo, sentía que le iba a doler que antes él y yo practicamos cups y nos reímos juntos, que era "algo nuestro". Él se me acercaba con una cara de extrañeza y nos decía: "No me pueden negar que algo está pasado: se gustan, ¿por qué no me lo habían dicho?, primero que nada somos amigos ¿o no?, no se preocupen, por mí está bien. No repriman lo que sienten." Sus ojos reflejaban comprensión, aunque sus cejas los enmarcaban con un toque paternalmente severo. Yo sentía el ardor espantoso y escalofrío que te da cuando te cachan y no puedes negar lo que es obvio. Me llenaba la culpa y la vergüenza, pero a la vez el alivio de saber que lo peor había pasado y no era tan terrible. Descubrí hasta ese instante que el deseo era recíproco.  "¡Vamos!, no sean tímidos, bésense." Nos mirábamos con ternura, miedo, shock, belleza y una tensión sexual con el peso del mundo se descargaba cuando nuestros labios entraban en contacto. Me sentía rara, confundida y sumergida en la intensidad de ese beso, en la sensualidad de su aroma mezclado con el mío, la electricidad en el contacto de sus manos hundiéndose en mi cabello. Lo rodeé con mis piernas y hubo un momento en que me sentí suspendida en el aire, soportada enteramente por sus brazos.

-Orgía mortal:
    Nos abrazamos y lo miramos. Su rostro no parecía tan compasivo y paternal como antes. Tenía una sonrisa sospechosa. En eso abría la puerta y entraba Val, la chica que en verdad le gusta a Neto. Rob la llevaba frente a nosotros, la sostenía de la nuca y la besaba apasionadamente. Los celos se atragantaban en mi garganta, mezclados con deseo, gusto por él, por el modo en que el juego subió de nivel súbitamente, y la sombra del temor de perderlos a todos.
La llevó hasta la mesa del comedor y cuando la tenía recostada, con la boca abierta, deseosa... hizo una señal invitando a Neto a acercarse. Neto caminó hacia ella como sonámbulo y se hundió entre sus labios. Yo me quedé sentada en el piso, sola y adolorida. Cuando los dos la tocaban se me erizó la piel y pensé: "esto me gusta y me duele, me da miedo y lo deseo, me siento muy sola pero puedo tomar la decisión de ponerme en pie y atreverme a vivir todas mis fantasías o darme la vuelta y por miedo, celos, un toque de humillación, indignación... y excluirme de la experiencia".
Me puse en pie un poco tambaleante y me dirigí hacia la mesa. Me inundó el aroma de la madera. Mi lengua se abrió camino hasta la boca deVal, mis labios exhalaron sobre el nudo de pieles, podía respirar el aroma mezclado de sus deliciosos sudores, degustarlos, pero mi mente se sentía distante, deseosa pero insensible por los nervios. Miraba a un lado y notaba que Val había traído a unos amigos: un tipo gordito y barbón que se veía simpático, pero nada atractivo y otra chica nada especial. Cuando los veía acercarse a la mesa me preguntaba si los podíamos excluir, poner una regla de "sólo conocidos", pero me sentía apenada de marcar ese límite y hacerles sentir el rechazo. Quería que alguien más se los dijera, pero aunque sentí la incomodidad generalizada, nadie quiso decir algo. Yo no sentía toda la excitación que hubiera esperado de una situación como esa, pero seguí adelante.
De pronto, una pierna empezó a moverse sin control y escuché un grito. Todos nos separamos y vimos un animal muy parecido a una serpiente introducirse por el cuerpo de Val.
La chica desconocida dijo como si supiera algo "es un parásito de esos que trajeron los alienígenas" y empezó a cortar pedazos de la piel de Val, adivinando los movimientos del parásito para intentar atraparlo. Llegaba a su vientre y haciendo una incisión un poco mayor lograba sacarlo de la cola, cuando la cosa viscosa giraba la cabeza y se hacía camino a través de su brazo. Yo estaba inmóvil, confundida y aterrada. Por mi cabeza pasaba (prejuiciosamente) que ella debía traerlo, porque sabía qué era y por ser la única desconocida.
Nadie se atrevió a acercarse y comenzó a convulsionar, hasta caer muerta con los ojos abiertos.

- Tráfico extraño.
    Como si nada hubiera pasado estaba por cruzar la calle con Neto y él me sostuvo antes de ser atropellada en un carril central que iba en sentido opuesto. Pensaba que no me había acostumbrado aún a esa forma de tránsito y le decía (como si tuviera alguna relación lógica con el sentido de los autos): "Y yo que creí que el poliamor sería más sencillo".

- Mensajes del más allá.
Estaba en un cine viejo, con poca gente. No estaba viendo la película, buscaba a alguien. Me decían que debía ir al estacionamiento. Ya ahí me topé en un mostrador a una viejecita con rostro impaciente. "Aunque encuentres a quien buscas no puedes comunicarte con ellos si estás muerta" me decía.
"¿Estoy muerta?" "¿No recuerdas el parásito?" "Sí, pero mató a la otra chica, no a mi" "...no te engañes, tú eres la otra chica". Me sentía confundida pero todo hacía sentido. Surgían entonces más dudas "Pero... ¿si yo morí, entonces Val...? Recuerdo ver escenas fugaces de su cuerpo cortado, pero nunca supe qué pasó con ella."
Sin decir nada me miraba con unos ojos que explicaban todo. Val estaba muerta también. "Ellos no saben que estoy muerta, ¿cómo puedo decirles que mi cuerpo está en la cajuela y yo tengo el parásito?" "Hay una forma..." me decía.  "Puedes comunicarte por medio de canciones. Escribe dos títulos de esta lista, los que mejor describan tu mensaje y llegará a ellos". Me entregó un listado de canciones y encontré dos que según yo explicaban todo. Una que conocía y la otra que nunca había escuchado. El mensaje decía: Truly, Madly, Deeply/Gone forever.
Salía del lugar y descubría que el estacionamiento era un cementerio y caminaba hacia una neblina interminable.