miércoles, 29 de enero de 2014


Me siento inválida del alma, lastimada, maltrecha. Siento que moví montañas por explorar un valle que no era calmo y apacible como prometía, que en realidad era venenosa su agua y helada su sombra. Me siento sola, perdida, con el dolor en carne viva de haber sacrificado el amor por el poema, la verdad por el misterio, la construcción por el breve placer de la demolición...

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