jueves, 27 de septiembre de 2018

No sé

Tengo 34 años y me estoy haciendo a la idea de que quizás nunca entienda la verdadera razón por la que estamos vivos, el propósito de la vida misma y la diversidad de formas que la vida toma. Tampoco entenderé la razón de la muerte, el final absoluto de esta experiencia sensorial ya sea que nos guste o no imaginar finales alternativos. Estoy en esta vida y no conozco otra cosa. No sé cómo podría traer a otro ser a este mundo y un día explicarle que va a morir, que yo voy a morir, que no puedo ser una guía a través de un terreno tan ignoto y quizás en algunos caminos iré detrás porque también tengo miedo. Decirle a alguien que lo traje a esta vida sin saber para qué sirve, sin poder asegurarle un tránsito sin los más terribles sufrimientos.
Antes pensaba que veníamos a descubrir la felicidad, que ese era el propósito de todo; no la verdad que tanto decía buscar mi padre, esa que creyó encontrar tan absoluta y resultó mentira. Mentiría si dijera que creo en la verdad y en la felicidad me dan mis ratos de esperanza y luego se desvanecen. Me queda claro que la felicidad como la perfección son conceptos imaginados que todos dicen conocer, como a Dios y la claridad certera de un más allá... pero todos mienten. La felicidad es quizás para ellos un pequeño momento de conexión, fugazmente infinito y quizás puedan volver a tocarla mediante el recuerdo... pero a mí se me olvidan a veces esos instantes y llego a pensar que he estado tranquila, he pasado un momento sin dolor, pero no he sido plenamente feliz.
Luego hay instantes en que amo sentir y sentirme en el mundo. Amo sentir el calor de la chimenea, el tacto del pelo de mi perra y encontrarme sus ojos tiernos. A veces siento que eso me basta para agradecer estar viva y sentir también el miedo insoportable de mi propia extinción... el momento en que la piel de mi madre deje de ser tersa y se endurezca sobre sus huesos, el momento en que el pelo de mi perra cubra un cuerpo rígido por el abandono, el momento en que el fuego de la hoguera no caliente más. Amo y temo amar. Temo perder todo cuanto he amado, temo desaparecer del mundo sin que nadie, ni yo misma, sepa todo lo que hay aquí dentro y ser un recuerdo desvanecido sobre el tiempo... un recuerdo que no tenga ni la mitad, ni la cuarta parte de todo lo que siento, de lo que ha sido mi percepción del mundo, de lo que he disfrutado y sufrido, de lo indulgente o exigente que he sido conmigo y con otros, de lo que he soñado e imaginado... las tierras de los sueños tan bastas y maravillosas que a veces pareciera que sólo Lovecraft conoce tanto como yo.
Amo estar viva, no sé por qué. También tengo miedo de perderme a mí misma, de amar la vida porque sé que voy a perderla y esto del desapego no se me da bien. Es mi ego, lo sé, soy soberbia y como todos los que se han ido, siento que mi vida es importante y quizás no lo sea. Es importante, no sé por qué. Amo, temo... no sé por qué. No sé nada y no creo llegar a saber.

1 comentario:

Unknown dijo...

Ama, vive, sé felíz!
Siéntete amada.
Lucha contigo misma por darte a los demás, a quienes te necesitamos.