martes, 12 de diciembre de 2017

Despertó con un espantoso nudo en la garganta, con una carcajada atorada en el pecho,  con un movimiento en el estómago que pone la piel de gallina (la gente dice que es bonito, osan llamarlo mariposas... pero son termitas las hijas de su re*€¥%#& madre!!!, sí duele y duele feo!) con unas ganas de llorar porque pasó la mosca, que no se quitan con nada, aunque llore y  llore (alguien le dijo que "sus ojos son el mar"... pues /&%$# madre, se le ponchó el ojo derecho!). A la mitad del sollozo más desesperado, aparece una risa psicótica para hacerle sentir más bipolar de lo que es en realidad, y cómo loca, siente inmaterial el mundo que le rodea (flota, sí, ¿o es el mundo el que se mueve?) el universo es poco a poco más chicloso, tanto que siente ahogarse entre arenas movedizas de dulce de leche. No es rico, pero sí. La vida es gris y nada le importa... y luego todo brilla, pero le hace llorar, porque no puede alcanzar su resplandor. Siente ansiedad y miedo y se pone rara como niña insegura, con miedo de ser regañada, miedo al rechazo sí, pero no al rechazo en sí mismo por el dolor del ego, sino a estar sola con toda la culpa... que el sentimiento pase al plano racional y no puedan perdonarla por sentirlo, a ser mala por comparación y estar sola con las consecuencias... es impotente. Puede, es bien capaz de cortarle una pierna al sentimiento, tirarlo en el mar (que le queda en el ojo izquierdo) y amarrarlo de una piedra. Guardarlo en una cajita y no mostrárselo a nadie, dejarlo empolvarse en un rincón secreto y si lo hace... se esfumará del todo en unos 3 años, volverá a sentir algo como en 5... y aunque el tiempo ahora pasa más rápido es muy mala callando cosas, se le escapa por el gesto y grita por las noches a modo de insomnio. La emoción es un pájaro rebelde, voluntarioso, hace lo que se le da la gana y nunca  se posa donde se espera, donde "debe". Y es rebelde ella también, porque se niega a ser un cordero abandonado a su suerte. Quisiera dar voz a lo que siente, manipular la balanza de su destino. Le espanta amordazarlo hasta la asfixia, exiliarlo como a un bandido porque el maldito viene siempre fuera de tiempo... porque aunque duela (en el cuerpo, no sólo en la cabeza), aunque se confunde y obsesiona,  la centra y le da foco. La llena de una energía maniática que la vence, la desmadra y le da valor para lanzarse al abismo nuevamente.

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