domingo, 23 de diciembre de 2018

No son las 3:33 porque me dormí como a las 2:45, son las 6:42 y tuve un sueño aterrador. Había un hombre que pescaba en una laguna pequeña frente a mi casa con un gato siamés atravesado como carnada. Lo veía y me daba horror, especialmente por Quién y Rayita que estaban libres por ahí. Tenía un compañero, que de la misma manera sumergía el cadáver de un gato una y otra vez en la laguna. A cierta hora, cuando empezaba a oscurecer se decían: “no pudimos pescar nada bueno, pues comeremos gato otra vez.”
Mientras hacían el ritual, temía que me vieran, una vez que me vieron temí que me hablaran. Me preguntaba qué pez tan grande esperaban atrapar con ese tamaño de carnada y pensaba que sólo era lógico si quisieran pescar un tiburón, pero en la laguna realmente no habían.
Terminando de pescar 🎣 o más bien, remojar un gato una y otra vez, recogían sus cosas y pasaban por mi terreno. Me daba miedo, pero alguien más les hablaba. No sé si mi papá o mi mamá o alguien más (Roberto? Neto?) Justo antes estaba soñando que platicaba con Neto sobre estructuras del animé y sus villanos, una discusión sobre quién iba a dormir en qué cama... en fin, no sé claramente quién era la otra persona, pero les hablaba. En ese momento veía a Quién y Rayita caminando por el pasto, mientras éstos traían el cadáver escurriendo.
Uno de ellos se quejaba de tener hambre, de tanto tiempo que no lograban pescar. Recuerdo compadecerme y ofrecerles algo diferente de comer. Éste, que tenía cabello largo y barba me decía que ya no recordaba el sabor de las verduras con cierta melancolía y eso me emocionaba, lo compadecía y quería recordarle el sabor de las verduras.
El otro decía sentirse muy apenado y nada más nos agradecería un espacio en la cocina para cocinar su gato. Debo admitir que en ese punto me daba curiosidad cómo diablos preparaba un gato de comer y mientras yo hacía una preciosa ensalada caprichosa, veía al hombre poniéndole todas las especias al gato, lo que me daba la idea de ofrecerles pollo, a lo que uno me decía que estaría bien y el otro que no me preocupara.
De pronto estaba cocinando para este tipo que me daba terror, con la emoción de preparar algo tan rico que se olvidara de matar gatos. Él comía de todo y al final me pedía que le preparara un baño de tina que le caería muy bien... y que le preparara la cama, cada vez más invasivo. Ya no recuerdo cómo fue, pero de estar cenando en el jardín entraba a la cocina y empezaba a buscar algo con qué defenderme. Veía unas tijeras y me las ponía en la espalda entre el pantalón y la sudadera. Él entraba empujando la puerta abatible cuando todavía no cubría las tijeras y sentí miedo de que me cachara. Empezaba a jactarse de algo y decirme que yo qué podría hacer? Y agarraba un cuchillo pequeño, el de la fruta, con buen filo y le cortaba el borde de la nariz. Él se quejaba de lo filoso del cuchillo, pero se seguía acercando de modo amenazante y le enterraba las tijeras, pero seguía riendo, como retándome pero sin defenderse y con el cuchillito le cortaba los dos ojos y lo echaba. Cuando el otro se retiraba, veía que tomaba té de una tetera y dentro de la tetera estaba Quién con el cuello pelado y la lograba sacar y revivir, pero desperté muy agitada. Y al revisar la hora me encuentro con mensajes amenazantes de un tal Carlos que me ha mensajeado “hola te invito a salir” los últimos dos meses por redes sociales y yo no le contesté. Ahora me escribió que si chingo a mi madre porque soy su ligue de pueblo... y no sé qué tanta hostilidad. Voy a intentar dormir y luego veo si bloqueo al susodicho.

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