domingo, 29 de abril de 2012
A la deriva
cuando me abandonan las palabras
y se pierde en la neblina el curso de mi vida.
Sin inspiración no soy nada,
tan sólo un par de leños donde crucificar a la poesía.
Si no escribo no me encuentro,
como el montañés que no mira las estrellas,
y me siento a oscuras, dentro de las fauces de la muerte
que ni me escupen ni se cierran.
La agonía de la mente sedada basta para dejarme sedienta
y bebo el blues que destila el insomnio. Lo trago, me tragan.
Toco fondo luego escribo
y en el vendaval de letras que ahuyenta la niebla
vuelvo a nacer.
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