viernes, 6 de junio de 2008

Las Cataratas



“¡Ciego, profundo, infatigable corres,


Como el torrente oscuro de los siglos


En insondable eternidad...!


¡Al hombreHuyen así las ilusiones gratas,


Los florecientes días,Y despierta al dolor...!


¡Ay! agostadaYace mi juventud; mi faz, marchita;


Y la profunda pena que me agita


Ruga mi frente, de dolor nublada.”



Niágara, José María Heredia



Bebimos del agua de las cataratas porque queríamos vivir siempre juntos, pero no sólo juntos sino “siempre”.

Veo hacia atrás como quien ve la preparación de una tumba. He cavado a cada paso la fosa que hoy devora mis andares. Seca, como una roca, del corazón a la frente, cedo mis últimos instantes al torrente de arena que halla placer en sofocarme.

Me he mirado al espejo y no pude adivinar en la comisura de mis rasgos apolillados el hambre de ola, las caderas de palma, los pechos alcatraces o el olor a naranjo que fuera (si es que fui joven) alguna vez. Él tampoco los encuentra, por más que cierre los ojos e imagine, por más que finja cegarse ante mi ocaso.

A veces mira mis ojos y se enamora de quien fui, de quien pude ser; otras sólo me compadece, se ata a mí en la pena y lucha por no enajenarse en los aromas cítricos que lo circundan.

Inagotable y fértil surca con su planta mis sollozos. Ligero y bello como niño, él es todo lo que quiero.

Falta poco para que nuestros lazos sean quebrantados, para que mis hilos de luna se disipen y otra cabellera de lino desfallezca sobre el frío de mi almohada; me oxido en esa posibilidad.

Él toma mi mano, susurra a mi oído “Ten fe…” y yo le repito que estuve ahí hace casi cien años, con la piel salpicada por la brisa, con la visión de un futuro ilimitado y en un salto de “fe” caí al precipicio.

Fui ambiciosa, creyente, crédula, por eso lo arrastré sobre la faz de la Tierra y no paré hasta encontrarlas. Cuando por fin estuve frente a ellas, me estremecí emocionada, me hinqué reverente. Las aguas parecían brotar de un cielo lacrimoso con una fuerza perturbadora. Tardamos un momento en abalanzarnos sedientos, pero antes de que pudiéramos probar el agua se interpuso la custodia. Si tan sólo hubiera temido sus palabras…

Siento las horas romper contra mi pecho, me hierve el rostro esmerilado, opaco, tiritan las astillas que tengo por huesos.

Tirada en cama no degusto más de los placeres amatorios, sólo me tiendo vacilante sobre el hilo de la parca: Me voy pero no, me aferro con los dientes, con las uñas; no quiero irme por no dejarlo ir.

¡Ay!, ¡cuánta esperanza destilaban las ilusiones de juventud!, tórrida pasión navegaba mis afluentes. Aún conociendo mi maldición –nada distinta a la de cualquier humano-, gocé en flor varios años que hoy flotan como espuma a la luz de mis recuerdos.

Extrañaré, si se extraña en el satín de los féretros, el vaho de su respiración agitada, la punzada que provoca su penetración profunda, el sabor de sus fuentes y sus estanques, el roce de sus dedos-pájaros revoloteando en mi seno, entre mis senos agotados, mamados por el tiempo.

“No a todos produce el mismo efecto: hay que tener corazón de niño para ser joven eternamente.”

Yo lo supe en el fondo, pero queriendo truquear al destino apuré el elíxir de todos modos. Mi corazón era viejo, tantas veces despostillado y desde entonces comencé a demostrarlo.

No lo notamos primero, me arrulló el engaño, creí haber logrado mi cometido. Poco a poco se oscurecieron mis ojos y sólo en fotos antiguas se marcaban diferencias; luego nacieron las canas que cubrieron mi cabello como escarcha, casi rítmicas brotaron escamas y rugosidades en mi carne, el porte regio se encogió en arcoíris, mi alma mutó de felino salvaje a canario enjaulado y lentamente me volví decrépita.

Al principio nos llamamos hermanos, después madre e hijo, ahora deambula con su abuela en brazos: abuela, madre, hermana-amante, suya siempre, todas las estaciones.

No quiero dejarme ir, pero siento una parvada de buitres devorando mis entrañas. No quiero liberarlo, pues sé que una joven, corazón de niña, ya espera mi muerte al borde de las cataratas.


2 comentarios:

cHaP dijo...

amor en tu siempre bella interaccion con la expresion quedo boquiabierto , gracias. sigue inpregnando el espacio con tu arte.

te amo

Gabriel A. Celli dijo...

Hola Alas!!!Muy bellas imágenes!!y tu rostro dice tanto....Me llamo Gabriel,te invito a ver mi blog.Un beso desde Lujan,Argentina.Gracias www.musicairregular.blogspot.com